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miércoles, 9 de junio de 2010

Palabra mágica


Desde hace años asistimos a un proceso cambiante. No es necesario realizar un gran esfuerzo para advertir las características de la acusada brecha intergeneracional que nos separa de nuestros padres y abuelos. Entre estos y aquéllos, la diferencia en algunos aspectos no fue tan notable: la configuración de su ciclo vital pasaba por formar una familia más o menos amplia, encontrar un trabajo con contrato indefinido, la aversión a los cambios y cualquier modificación sustancial de este esquema, con la consecuente consideración de la estabilidad entendida en términos de rutina.

En nuestro horizonte, por el contrario, avistamos un mercado laboral más competitivo, que requiere un elevado nivel de cualificación académica y profesional. Esto se traduce en una ampliación de retos en la proyección laboral de cada individuo, que se sumerge en procesos globales sujetos a cambio. Es necesario desarrollar una capacidad específica de adaptación y reajuste constante a nuevos entornos.

La seguridad ya no es ni un fin, ni un medio. La incertidumbre se integra como una articulación más de la estructura vital, y la estabilidad se alcanza mediante la satisfacción de expectativas personales que, además, pueden modificarse: una misma identidad en diferentes etapas de su vida puede desear oportunidad, responsabilidad y reconocimiento profesionales, hijos, dinero, o tiempo libre.

Y en este punto realizan su aparición estelar el término mágico y sus derivados: Dinamismo, dinamizar, dinámico, dinamización. Todo está sujeto a ellos.

Hemos visto que se ha dinamizado el mercado de trabajo: es habitual encontrar varios empleos en los itinerarios curriculares, se han flexibilizado las normas de contratación privada entre empleadores y empleados, se han suprimido trabas a la libre circulación de trabajadores, se han articulado nuevos modelos de contratación. La entrada y salida del mercado de trabajo se ha agilizado.

Se ha dinamizado el concepto de familia: ahora las estructuras familiares se reducen al núcleo (padres+hijos), incrementa el porcentaje de modelos monoparentales, se subordinan los instintos biológicos de materniad y paternidad a otras variables (como la planificación ex ante del número de hijos en función de las expectativas económicas de las unidades de consumo), y el compromiso en las relaciones de pareja ha disminuido o, cuando menos, se ha transformado ("toda la vida es demasiado").

Otro aspecto sujeto a dinamización es el entorno social. Comoquiera que el individuo asume la movilidad geográfica en virtud de mayores y/o mejores oportunidades, la red de contactos con los que se relaciona también ha dejado de ser permanente. Hace unos años nos relacionábamos de forma casi exclusiva con familia, y amigos. Las barreras de entrada en ese círculo eran costosas. Actualmente y gracias también a los avances tecnológicos, podemos mantener contacto e interactuar con una sociedad completamente globalizada.

La comunicación no resulta inmune a este fenómeno, y actualmente encontramos un lenguaje mucho más cordial entre padres e hijos que entre aquéllos y sus progenitores. Se ha ampliado el catálogo de términos antaño "excesivamente" coloquiales, que ahora incorporamos incluso en conversaciones formales. Hoy resultaría preocupante que un hijo hablara a su padre "de usted". Además, la expansión de los SMS ha contribuido a que las palabras se acorten o muten a tan sólo unos pocos caracteres (extremo no exento de polémica, donde lingüístas y semiólogos tienen grandes argumentos que aportar). Incluso algo tan habitual como elegir nombre para un hijo ha cambiado: anteriormente la presencia de la religión como una variable importante de la sociedad española daba lugar a que el abanico de posibilidades fuese menor y que gran parte de él estuviese dominado por nombres con raíces o connotaciones religiosas. Hoy encontramos que han emergido infinidad de nuevas opciones y parece que las "Dolores", "Angustias" o "Remedios" han perdido tal fuerza, que acabarán siendo meras anécdotas.

Por último, la dinamización digital. Pero eso para otro día.